viernes, 20 de diciembre de 2013

Fátima: un canto a la diversidad



El escritor y guionista Fidel Antonio Orta comparte detalles sobre la génesis del esperado
filme cubano

Por: Madeleine Sautié | www.granma.cubaweb.cu | 20 de diciembre del 2013

Mucho se habla de la película Fátima o el Parque de la Fraternidad, basada en el cuento homónimo de Miguel Barnet, dirigida por Jorge Perugorría y protagonizada por Carlos Enrique Almirante, una obra que se adelanta como un canto a la capacidad de resistencia de los seres humanos y al respeto a la diversidad en el más amplio de los significados.

El guionista es el escritor y periodista Fidel Antonio Orta, autor, entre otros, de El telescopio de la hormiga, un libro donde desmenuza los periodos creativos de su padre, nuestro Indio Naborí, que verá la luz próximamente en Cuba a cargo de Ediciones Unión.

Sobre su labor en Fátima…, Orta ofreció a Granma sus impresiones y expectativas.

¿Qué riesgos asumió al aceptar escribir el guión?

—"El principal riesgo era adueñarme de la esencia sociológica del cuento original y del interés psicológico de su protagonista. Como se trataba de un guion para cine, había que darle a Fátima un tratamiento dramático más extenso, involucrando al personaje en una cadena de acciones que desde el inicio lo hicieran dueño de los rasgos psicológicos dominantes. Entonces quedó listo un guion no lineal donde se refleja un drama social de corte psicológico. El propio Miguel Barnet ha declarado sentirse más que feliz con los resultados."

¿En qué momento se establece el primer contacto?

—"Primero compartí mi trabajo con tres personas que eran determinantes en este proyecto: Miguel Barnet, Jorge Perugorría y Jay Rodríguez Fuentes (productor ejecutivo). Los cuatro nos reuníamos con frecuencia para hablar de la película. Contando ya con un guión bien cerrado, vino después el trabajo de mesa director-guionista. Ahí es donde entra y toma fuerza la visión cinematográfica del director; pues su mirada, al ser también creativa, siempre se proyecta con cristal de aumento, una necesidad que Perugorría viene ejecutando con virtud de primera mano."

¿Qué particularidades tiene el guión en círculo, que es el de la película? ¿Cómo se relaciona con el tiempo psicológico de la historia?

—"El cronológico es el tiempo real (presente), y el psicológico (pasado) es todo el tiempo que transcurre en la mente del protagonista. En el cronológico pasan cinco horas, pero en el psicológico pasan más de veinte años. La trama como tal está concebida a partir de una estructura donde se resume un pensamiento en círculo. Fátima llega a su casa (La Mansión) en horas de la tarde, y vuelve a salir en horas de la noche. En la crudeza y singulares matices de su propia vida se localiza el principal conflicto de este relato fílmico. El tiempo cronológico de la historia transcurre en un cuarto de solar (La Habana, Cuba, 2013). Pero el tiempo psicológico, de vital importancia para el desarrollo coherente de la trama, va caracterizando a la protagonista desde que tiene 7 años".

¿Qué valoración le merece el cuento en el que se inspira la película?

—"El cuento de Barnet, que mereció el Premio Juan Rulfo 2006 de Radio Internacional de Francia, es un ejemplo mayor de singularidad temática, brevedad, tensión, intensidad y caracterización de un personaje. Sin duda alguna es una joya de la cuentística cubana y una clase magistral que demuestra por qué en la narrativa es determinante el tratamiento del tema."

¿Qué espera de este trabajo en lo personal y como parte del colectivo de creadores al que usted pertenece?

—"Formar parte de este colectivo artístico tiene para mí un matiz de excelencia, dado que nuestro propósito fundamental es el de llamar a la reflexión sobre un tema que lo merece desde hace mucho tiempo. La versión cinematográfica de Fátima o el Parque de la Fraternidad, que de por sí está llena de matices, se adentra en un mundo poco conocido y propone un ‘yo’ permanente y no transitorio: intentar ser iguales, respetarnos y comprendernos como seres humanos que interactuamos y formamos parte de la misma sociedad, lo que al final deja ante nuestros ojos un mensaje de largo alcance: todos somos cubanos".

viernes, 1 de noviembre de 2013

Miguel Barnet: “Fátima o el Parque de la Fraternidad” no es otra película de tema gay

De izquierda a derecha, Fidel Antonio Orta (guionista), Miguel Barnet (escritor) y Jorge Perugorría (director de cine). Foto: Cubarte.
Mientras se filmaba Fátima o el Parque de la Fraternidad en La Habana, fuera y dentro de la capital cubana corrían rumores de que ésta era una especie de segunda parte si no un homenaje a la trascendencia de ese ícono de la cinematografía criolla que es Fresa y chocolate. La prensa extranjera acreditada en la Isla, la definía como “un filme de tema gay”, dirigido ahora por quien fuera el protagonista, hace dos décadas, de la película deGutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío que en muchos sentidos contribuyó a cambiar las ásperas miradas nacionales a la homosexualidad.

Pero Miguel Barnet, poeta, ensayista, autor de éxito como pocos en su relación con el cine, discrepa de esa percepción estimulada por las primeras crónicas sobre el nuevo filme de Perugorría. Cuando le pregunté ¿otra película gay?, no demoró un segundo en responder con la mayor contundencia.

¿Otra película gay?

Para nada, “Fátima o el parque de la Fraternidad” es otro largometraje, el tercero, que se basa en una historia escrita por mí. Primero fue “Gallego” y después “La Bella del Alhambra”.

Este (“Fátima…”) es el tema de una persona que vive en la angustia diaria de sentirse atrapada en un cuerpo masculino, el cuerpo de hombre, con nombre como el que tenía, Manolo, de toreros, de carnicero, y vive esa dualidad que es una tragedia. Pero pudo haber sido una tragedia religiosa o de otro carácter, pudo haber sido la historia de un plomero o de cualquiera otra persona que ha vivido de una profesión que no le satisface en su vida.

Escogí el tema porque me parece que es uno de los grandes dramas de la contemporaneidad. Con estos seres que ahora son reconocidos, admitidos, tolerados -para utilizar un verbo tan feo como tolerar que debería de eliminarse de todos los diccionarios, porque cuando toleramos algo es porque tenemos un canon y miramos por encima del hombro y toleramos lo que no es igual a nosotros-; yo creo que tiene que haber una comprensión, una convivencia natural. Es difícil, lo se, porque se convierten en estereotipos y no es fácil aceptar un estereotipo.

Yo quise entrar en un drama humano, humano y social con rasgos sicológicos muy fuertes y me pareció que lo más representativo era el tema del travestismo. En definitiva, un escritor es un travestido, como lo es un artista plástico. Un actor o una actriz se trasvisten. Es lo que pasa con Elizabeth Taylor cuando hace de Cleopatra.

Cuando un escritor escribe sobre un esclavo, una vedette de un teatro o un emigrante –que es mi caso- incorpora ese personaje de una manera tan orgánica, si es un artista de verdad, si es un escritor que se respete, que es difícil después sacarse esos personajes de adentro. Se te quedan esos rumores, se te quedan esos escarceos por dentro cuando tú has desarrollado un personaje.

Yo recuerdo que cuando terminé de escribir “Gallego“, la novela terminaba diciendo “y qué puedo decir ya…” si lo había dicho todo, me sentí muy mal, muy contraído, muy depresivo esa madrugada que terminé: “ya se me fue, ya se me fue –me decía a mí mismo- cómo me despido de este personaje que durante tres años he construido, identificándome con él, compartiendo sus dolores, sus tristezas, sus alegrías”. Un escritor sufre mucho, siente una gran angustia porque va dejando jirones de sí mismo en todos esos personajes.

Y yo me identifiqué también con esos personajes (de “Fátima…”) porque los he visto aquí en Cuba, en Europa, en todas partes y he sentido un gran respeto y una gran compasión, porque sufren uno de los dramas más terribles: no querer ser como son.

Querer ser de otra manera y no poder nunca alcanzar esa meta. Porque nunca pueden alcanzar la meta de ser lo que no son. Son personas inacabadas, imperfectas, que sufren mucho porque tienen una vida amputada, manca. Entonces yo quise entrar en ese tema.

Esta no es una película que trate de un tema gay de una manera epidérmica, frívola. Es el caso de un homosexual que se trasviste, pero porque no quiere ser un homosexual, quiere ser una mujer; tiene una relación con un hombre que es un bisexual o un heterosexual (ya no sé cómo definirlo) que lo que hace es manipularlo y explotarlo, pero esta persona tiene sentimientos afectivos, sentimientos de amor, de desgarramiento.

Vemos a veces a estas personas en los espectáculos, en las tablas, a veces en espectáculos de segunda o cuarta categoría y no entramos en el dolor que hay en estas almas y eso fue lo que yo quise expresar.

Por eso no es una película ni un espectáculo musical de travestis. Habrá flashazos de travestimos, habrá espectáculo, habrá música, pero el super objetivo es despertar la conciencia de los seres humanos sobre todas las personas que conviven con nosotros en este mundo.

El cuento se escribió hace años y se ganó el Juan Rulfo hace 6 ó 7 años. Está publicado en Estados Unidos, en Alemania y ha tenido divulgación, pero si quieres que te hable de la génesis de la película, ese cuento yo lo leí en una ocasión en casa de un amigo mío ya lamentablemente fallecido, un gran escultor y orfebre cubano, Pepe Rafart. Y ese día, que tiene que haber sido alrededor del 2006, porque fue a la sazón de ganar el premio cuando se generó una expectativa, en esa velada, entre otras personas estaba Eusebio Leal, el historiador de la Ciudad, que se motivó mucho por el cuento y me invitó a grabarlo. Yo lo grabé y él le hizo una edición preciosa con un disco muy bello que editó la Oficina del Historiador en la voz mía, no interpretando sino leyendo el cuento, claro con sus entonaciones, con sus matices.

Una noche yo puse ese cuento en casa de otro amigo mío, para que lo escucharan algunos artistas que estaban allí. Entonces Pichy lo escuchó y se entusiasmó muchísimo y me dijo qué bueno está esto para una película. El productor ejecutivo de la película, Jay Rodríguez, un amigo norteamericano español que vive en Cuba dijo que haría lo indecible porque se llevara al cine. Él es quien indujo a Pichy para que hiciera la película porque este sueño, este proyecto de todos nosotros, necesitaba recursos para hacerse.

Un escritor con suerte en el cine

Yo he estado siempre distanciado cuando se ha hecho una película sobre una obra mía, ya sea una novela o un cuento. He tratado de distanciarme porque pienso que la literatura tiene sus leyes, pero el cine también. Yo respeto mucho al director, al director de arte y al guionista. Y aquí, de este cuento, yo no sabía cómo hacer el guión, porque no me gusta hacerle la trepanación del cráneo a lo que yo he creado, la cirugía mayor, eso es pedirle demasiado a un escritor.

Entonces me auxilié de un guionista ya con experiencia, Fidel Antonio Orta, que ha hecho un guión realmente extraordinario, con una dramaturgia, no lineal ni cronológica, sino circular. Hay cronología, pero hay sicología. El tiempo cronológico es de cinco horas en la vida de este personaje, pero el tiempo sicológico son muchos años, 40 y pico de años, los años en que esa persona estuvo fraguando, estuvo acunando, esa otra personalidad que floreció cuando se encontró por primera vez en un espectáculo de travestis y dijo: “esto es lo que yo quiero ser”. Es un acto, no solamente de desafío ni solamente de valentía, -porque había que tener coraje para asumir eso- es un acto, yo diría, de salvación espiritual. Es un acto de autoestima: “yo quiero hacer esto contra viento y marea y voy a enfrentar todos los obstáculos, todas las burlas, todos los escarnios que me dé la sociedad”.

Es un personaje que yo admiro, ¿sabes? Porque tiene tres conflictos fundamentales en su vida: el primero querer ser mujer cuando no es mujer biológicamente; el segundo enamorarse de lo imposible, a sabiendas de que es lo imposible -porque no creo que este personaje haya sido ingenuo- tenía amores con este hombre, pero sabía que no iba a poder reproducir el esquema heterosexual que la sociedad le exigía, sin embargo lo asumió así.

Y el tercer conflicto es el de querer ser una gran artista. Ninguno de estos personajes logra ser ni Edith Piaf, ni Beyonce, ni Rosita Fornés en el caso de Cuba. No lo logran porque no tienen la voz, no tienen las facultades. Son una especie de ventrílocuos, copias, calcomanías. Yo siento una gran compasión por ellos y a la vez una gran admiración. Porque yo admiro a todas las personas que desafían el prejuicio y las convenciones.

¿Podría ser una segunda “Fresa y Chocolate”?

Ojalá que pueda ser trascendente. Fresa y Chocolate es una obra realizada con mano maestra por parte de Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío y con una actuación brillante, tanto de Perogurría como de Vladimir Cruz, pero no les veo similitud ni paralelo.

Sí, los dos cuentos son los dos cubanos que han ganado el Juan Rulfo*, hay temas parecidos, pero no es la misma tragedia. En ningún momento el personaje de Fresa y Chcocolate quiso ser una mujer. Y eso me parece que conduce a Fátima a otra dimensión de lo que los clásicos griegos llamarían lo trágico.

De todas maneras me complace mucho que Jorge Perugorría se haya entusiasmado y que sea el director, porque se ha identificado con el tema de la diversidad, pero la verdad es que nunca pensé en Fresa y Chocolatecuando estaba escribiendo este cuento. Pensé en el Parque de la Fraternidad, en Fátima y en estos personajes de la noche. No le veo un vínculo directo, honestamente.

¿Y “Cimarrón”, por qué no está en el cine todavía?

He recibido propuestas, algunas muy interesantes y muy apetecibles. Cimarrón es un libro que tiene su propia vida y Esteban Montejo es un personaje muy entrañable para mí por muchas razones y no me gustaría…

Los únicos dos guiones para ficción que me han presentado, no me ha complacido. Uno venía de Estados Unidos y otro de Puerto Rico. Ninguno de Cuba. Quizás porque los cineastas cubanos no están interesados o saben que no lo aceptaría yo. Sí se han hecho dos o tres documentales.

En una ocasión recibí un proyecto de guión y no me gustó lo que vi: un negro subiendo por el monte, detrás de una mujer rubia que se parecía a Lady Godiva en un caballo, hija del amo… eso no pasó en la historia que yo cuento en la Biografía de un Cimarrón. Esas cosas rocambolescas y sensacionalistas no me interesan.

Ese libro para mi significa mucho, me abrió muchas puertas, honestamente. Surgió en un momento… del black power norteamericano, surgió en un momento… idóneo y tuvo muchas ediciones y tiene muchas todavía, entonces ver en el cine a Esteban Montejo, mi personaje de Cimarrón, no, eso no me complace. Yo lo quiero tener por dentro. Ni así me den todo el oro del mundo -y quiero decir que me han ofrecido sumas, pero las he rechazado- porque para mi la memoria de Esteban Montejo, el respeto, el cariño y la confianza que se produjo entre nosotros, no tiene precio.

Y quisiera que cuando yo ya no esté en este mundo, cuando esté en el éter, a nadie se le ocurriera hacer nada con este libro, que lo dejen como está. Sería la mejor compensación y el mejor regalo que me harían cuando yo ya no esté en este mundo.

El raro elogio de escritor a guionista

El guión es extraordinario. Yo me conmoví mucho porque vi a los personajes, que eran secundarios, los vi, los vi vivos, escuché sus voces. Fidel Antonio Orta realmente estableció conmigo una comunión, una comunicación absoluta y me llamó la atención, con todo respeto, porque es un escritor, es un hombre, absolutamente heterosexual, sin la más mínima inclinación… y se identificó tanto, tanto, tanto, que eso me demuestra a mí que el ser humano tiene cosas que aprender de personas como Fátima.

Me impresionó mucho también el actor que incorporó a Fátima porque lo hizo con una gran sensibilidad, en una demostración de sus cualidades histriónicas por encima de sus gustos personales y de su condición también de heterosexual. Eso me resulta a mi mucho más convincente y conmovedor porque es un actor que tiene que desdoblarse completamente y eso tiene un doble mérito.

¿Está feliz?

Sí, yo soy feliz. Soy un hombre muy privilegiado, no me quejo de la vida. Jamás pensé que iba a ser un escritor con tres películas en el cine cubano.

Nunca trabajé para eso. Incluso soy un hombre que va poco al cine, me gusta más el teatro. La gente de teatro te puede decir que me paso la vida en los teatros, pero si llego a una sala de cine, me puedo aburrir, así sea una obra de arte. El cine lo veo distante, frio. No me gusta Anna Karenina en Greta Garbo -creo que soy el único que rechaza a Greta Garbo- yo veo distinta a Anna Karenina, la veo con ojeras, con pecas, no la veo bonita… Es que el cine me resulta a veces insultante porque me impone un arquetipo. Por eso soy lector, un gran lector. Yo vi Los hermanos Karamazov, por ejemplo y dije: una gran película, una joya, pero para mí….yo los veía diferentes. Cuando uno lee un libro, uno siente el aliento de las personas, los olores, las miradas. El personaje de The Catcher in the Rye, el personaje de Salinger, el personaje de El guardián en el Trigal, yo lo amo, es uno de mis personajes, que por cierto, el asesino de John Lennon iba con ese libro bajo el brazo, pero como me lo pongan en el cine, no voy al cine, porque yo lo tengo caracterizado como yo lo imagino.

El único personaje que me ha convencido en el cine, ha sido la Cecilia Valdés de Daysi Granados, porque yo concebía así a Cecilia Valdés, a pesar de que decían que ya ella estaba muy mayor para hacer ese personaje, pero a mi me gustó, me convenció. El escritor es muy raro, por lo general el escritor nunca queda satisfecho con la obra que le llevan al cine.

Pero si está feliz con las película de sus obras es porque sus personajes están como los hizo, ¿o no?


Carlos Enrique Almirante en el papel de Fátima. La película se estrena el próximo año
No, no, no. Ninguno me convence. Me convence Carlos Enrique como la Fátima de la película, pero no como la Fátima del cuento. La Fátima del cuento es un hombre mayor de 46 años, no es agraciado, tiene ciertos rasgos grotescos, cierta ingenuidad guajira y cierta vulgaridad urbana. La Fátima de Carlos Enrique Almirante es deliciosa, es fina, es bella. Es la Fátima del cine.


Jamás me convenció Beatriz Valdés en La Bella del Alhambra. Me convenció la película, que creo que es una joya del musical cubano, pero para mi La Bella del Alhambra es Amalia Sorg, mi Amalia Sorg maravillosa que yo conocí, que llevé al cementerio con 90 años, que era una mujer regordeta de ojos claros y de origen judío, húngara. Era otra cosa. El Gallego tampoco.

Me convencen las películas, pero no mis personajes llevados al cine. Ninguno de ellos son mis personajes de verdad, porque llevados al cine serían demasiado realistas y el cine quiere personajes bellos, hermosos, elegantes, glamorosos.

¿Y respeta al cine aunque sus personajes sean otros?

Yo respeto mucho al cine y no pretendo que respeten a mis personajes. Imagínate el Gallego mío, que yo lo concebí como un hombre bajito, rechoncho, barrigón, eso no podía ir al cine, tenían que buscar a Sancho Gracia, que era un hombre apuesto, el famoso Curro Jiménez, bien parecido, amante de un centenar de mujeres españolas y latinoamericanas…

El cine me convence como cine y Beatriz Valdés se acerca, pero nunca fue Amalia Sorg. El encanto y el glamour de Amalia Sorg no los tuvo nunca nadie que no fuera Amalia Sorg. Tengo que ser sincero, aunque eso me busque problemas.

Pero se le advierte entusiasmo por Fátima, se le ve feliz

Lo que he visto me complace mucho porque he visto a Pichy (Perugorría) dirigir con entusiasmo, con entrega total y he visto a todo el elenco trabajar, que es un elenco de lujo: Mirta Ibarra, Broselianda Hernández, Néstor Jiménez que hace el padre… Tomás Cao. Pero feliz feliz estaré cuando vea la película. Por ahora solo estoy lleno de inquietudes y esperando que salga el sol.

sábado, 5 de octubre de 2013

Perugorría: No me imagino contando historias en otro lugar que no sea Cuba

El actor más internacional del cine cubano acaba de terminar la filmación de su nuevo proyecto como director: la versión cinematográfica de Fátima o el Parque de la Fraternidad, cuento del escritor Miguel Barnet...


Jorge Perugorría es sin dudas el actor más internacional del cine cubano. Después de Fresa y Chocolate (1993), la película que lo consagró, su filmografía se compone de una cincuentena de títulos —más de la mitad en el extranjero—, a los que ha unido ahora su trabajo tras las cámaras.


Afinidades (2009), Amor crónico (2012) y Se vende(2012) significaron su debut como director de largometrajes, una silla a la que a todas luces no quiere renunciar, pues acaba de terminar la filmación de su nuevo proyecto: la versión cinematográfica de Fátima o el Parque de la Fraternidad, cuento del escritor Miguel Barnet reconocido con el Premio Juan Rulfo en 2006.

No exento de polémica, Fátima cuenta la historia de un travesti, sus miedos, alegrías; al tiempo que arroja luz sobre una realidad a la que muchos prefieren mantener en la oscuridad o simplemente desconocen. El filme de Perugorría vendría a ser el primer largometraje de ficción centrado en su totalidad en una identidad transgénero del cine cubano.

Durante uno de los días de rodaje, Cubahora se acercó al inolvidable Diego de Fresa y Chocolate, e indagó sobre sus motivaciones, las particularidades de este nuevo trabajo, el elenco y su manifiesto compromiso con la cinematografía nacional.

-En sus otras películas como director ha confesado seguir una línea ya trazada por cineastas con los que ha trabajado y a quienes admira, como Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío. ¿Ya en esta, su cuarta entrega detrás de las cámaras, puede decirse que se verá más del propio Perugorría?

-De alguna manera en esta película se va a ver un resumen de todo lo que he hecho y se apreciará un poco el estilo del cine que pretendo hacer. Tiene cosas en común con las anteriores, pero ya me estoy alejando de ese cine, de esa influencia que siempre he pretendido tener de Titón y de Tabío, y quizás estoy un poco acercándome más a la manera mía de hacer las cosas.

“Para mí lo fundamental descansa en los personajes, siempre creo que por mi propia formación como actor, va a ser siempre importante que todo gire alrededor de un personaje. Es la gran motivación que tengo siempre: la construcción en torno a un personaje, en este caso Fátima, inspirada en el cuento de Miguel Barnet, Fátima o el Parque de la Fraternidad, con guión de Fidel Orta.

“Aquí también se ve una continuidad de lo que ya había venido haciendo en Amor crónico y Se vende. Fátima, como la Nácar de Se vende, es un personaje que está en una situación difícil, pero tiene unas ganas de vivir… y un optimismo por el cual es capaz de hacer cualquier cosa para seguir adelante, tienen eso común”.

- ¿Por dónde va el tono de la historia?

- Hay un poco de todo, de melodrama, de humor.

¿Se siente el Diego de Fresa y Chocolate comprometido de cierta manera con la temática?

- El fantasma de Fresa y Chocolate está presente en la película, por decirlo de algún modo. Y sí, me siento comprometido. Aunque tienen cosas en común, son historias completamente distintas, por ejemplo, los dos cuentos de donde parten las películas fueron Premio Juan Rulfo, y en las dos, la amiga del protagonista la interpreta la actriz Mirtha Ibarra.

“Pero las historias tienen un tono diferente. Fresa y Chocolate es un canto a la tolerancia. Esta tiene otro tono, menos social, es un cine más de género. Vamos a descubrir un personaje donde lo maravilloso y lo encantador es su optimismo ante la vida, su energía positiva, a pesar de las circunstancias difíciles que para cualquier gay o travesti puede tener.

“Siempre la experiencia de Fresa y Chocolate y el fantasma de Diego van a estar presente, pero son dos historias distintas, en ese sentido creo que no se van a parecer en nada”.

- ¿Fue un poco más fácil este cuarto intento como director de largometrajes?

- Es de todas la más compleja. La primera la codirigí con Vladimir Cruz. Afinidades fue una película compleja desde el punto de vista de los personajes. Comencé solo en la dirección con Amor crónicoy Se vende, que fueron una especie de experimento cinematográfico, hecho con muy bajo presupuesto, de manera casi independiente, rodadas en tiempo récord. Ahora ya tengo el apoyo del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos.

“Con Fátima he tenido seis semanas de rodaje, cuatro más que mis películas anteriores, y eso también en el cine se traduce en una mejor factura. Tener esas facilidades a la hora de filmar le dará un acabado mejor a la película, más nivel. Podemos cuidar más la fotografía, la dirección de arte, la música, la puesta en escena.

“Antes era un poco la tesis de Julio García Espinosa del cine imperfecto, la necesidad de contar historias, donde esa era la gran motivación, con el tiempo que tuviéramos y los recursos que tuviéramos, y ahora creo que va a ser una película más elaborada”.

- Fátima es un personaje difícil, y si a esto le sumamos que es el centro de toda la historia, se convierte en un papel sumamente complicado de asignar. ¿Cómo llega Carlos Enrique Almirante a interpretarlo?

- Primeramente hice un casting abierto, y se presentaron muchos actores de diferentes generaciones, porque todavía no lo tenía claro. Estaba buscando un actor que me fascinara, con el que yo pudiera encontrar lo que veía en Fátima cuando me leía el cuento de Miguel.

“No solamente filmamos pruebas acá, sino que muchos actores cubanos en el extranjero enviaron sus videos, todos muy buenos. Fue difícil decidir, pero la prueba de Carlos Enrique fue la mejor, y encontré algo que empecé a notar desde el casting: con él podía trabajar toda la evolución del personaje, caracterizarlo para las diferentes etapas.

“Esto, unido a que la prueba que hizo nos encantó a todos, nos hizo escogerlo a él. Creo que fue una decisión acertada, ha hecho posiblemente el trabajo más complejo de su carrera, lleno de matices”.

- Háblenos del elenco de la película. Como ya se va haciendo costumbre, reúne a figuras imprescindibles del cine de la isla en pequeños papeles. ¿En esta será también así?

- Me gusta que los personajes pequeños siempre tengan cierta relevancia, por eso busco actores que puedan aportar y enriquecer esas apariciones. Aquí repito con un elenco extraordinario, yo tengo la suerte de ser actor y puedo contar con grandes para hacer papeles pequeños, pero lo hacen como mucha disposición y ganas.

“Ya aquí esas pariciones están más maduras, más concretas, más elaboradas que en Se vende y Amor crónico. Veremos a Tomás Cao haciendo de la pareja homosexual de Fátima, sus padres serán Néstor Jiménez y Broselianda Hernández, entre otros muchos. Realmente ha sido una oportunidad de lujo tenerlos”.

- ¿Para cuándo se prevé su estreno?

- El estreno me imagino que esté para el año que viene, quizás para el Festival (Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana) de 2014. Si no, la estrenamos antes y la presentamos otra vez, pero sin dudas será para el año que viene.

- En otras ocasiones ha manifestado un fuerte compromiso con el cine hecho en Cuba…

- Imagínate, mi compromiso está siempre con el cine cubano, como actor traté de seguir haciendo cine aquí y traté de colaborar en todo lo que he podido. El viaje que me he dado por el cine internacional, esa experiencia, me ha servido para aportar, crear relaciones y ayudar; no solo con las películas que he hecho, sino a otros directores, a levantar proyectos, a promocionar y a difundir el cine cubano fuera de Cuba.

“Siempre he tenido este compromiso y ahora como director también sigo en la misma línea. No me imagino contando historias en otro lugar que no sea Cuba, mi gran motivación es esa: contar historias que ocurran acá”.

- ¿Qué quisiera que el público viera en Fátima?

- Miguel (Barnet) grabó un disco donde narra el cuento en su propia voz, y cuando lo escuché me pareció que había una película allí. Espero que cuando la terminemos, la gente encuentre en ese personaje lo que yo encontré cuando lo escuché en la voz de Miguel: un personaje lleno de vida, de energía positiva, que no se derrota; y eso me motivó a hacer esta historia.

Fuente: www.cubahora.cu por YENEILY GARCÍA | 5/10/2013

miércoles, 2 de octubre de 2013

Un filme para contar cómo Manolito se convierte en la Reina de la noche

Fidel Antonio Orta. Foto: Susana Méndez/CUBARTE.
Fátima o el Parque de la Fraternidad, es un cuento del intelectual cubano Miguel Barnet que obtuvo en el año 2006 el Premio Juan Rulfo de Radio Internacional de Francia; competían en esa ocasión por el lauro más de seis mil escritores del mundo entero.

Fátima o el Parque de la Fraternidad, es una película que, dirigida por el cineasta Jorge Perugorría, se rueda por estos días en La Habana; es la primera cinta en la que Pichi interviene sin actuar.

La cinta se está rodando, coincidentemente, en el año del aniversario 20 de la internacionalmente reconocida Fresa y Chocolate, de Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, que también nació de un cuento ganador del Premio Juan Rulfo de Radio Francia Internacional: el relato de Senel Paz El lobo, el bosque y el hombre nuevo.

El guión cinematográfico, versión libre del relato de Barnet, recayó en manos de Fidel Antonio Orta. Perugorría ha declarado sentirse satisfecho con el trabajo de Orta, y Cubarte logró conversar con este escritor acerca de su labor y de la cinta en general.

¿De quién fue la idea de llevar al cine el cuento Fátima o El Parque de la Fraternidad?

Yo pienso que la idea inicial estaba implícita en el propio cuento, porque es perfectamente identificable el carácter cinematográfico que tiene Fátima como protagonista de la historia. El personaje como tal se pinta solo para el cine, entre otras cosas por los múltiples matices que envuelven su personalidad; una caracterización que, con mano maestra, logró el autor del texto original. Pero eso no bastaba. Sin duda alguna hacía falta una voz que dijera: ¡vamos a convertir este cuento en una película! Y esa voz fue la del empresario extranjero Jay Rodríguez Fuentes, quien lleva más de diez años residiendo en Cuba y conoce a fondo la obra literaria de Miguel Barnet.

A partir de ese momento comenzaron a darse los primeros pasos del proyecto fílmico, hasta quedar definidos tres aspectos de suma importancia: el director sería Jorge Perugorría (Pichi), la película sería una coproducción con el ICAIC y el productor ejecutivo no podía ser otro que Jay Rodríguez Fuentes, principal impulsor de una aspiración que poco a poco fue tomando vuelo y se convirtió más tarde en un sueño colectivo.

¿El director le pidió a usted asumir el guión?

No. La persona que me lo pidió fue precisamente Jay Rodríguez Fuentes, quien después contó con el apoyo de Pichi y del propio Barnet. ¡Qué decirte! Para mí fue un verdadero privilegio, sobre todo porque se trataba de versionar para el cine un cuento que tras su publicación estremeció las letras hispanoamericanas. Aunque la responsabilidad era seria, te confieso que me sentí muy halagado y escribí el guión bajo el influjo de un entusiasmo que todavía hoy me resulta difícil de explicar.

Como guionista, mi primera pregunta fue la siguiente: ¿cómo cuento la historia?, dado que el cuento original estaba escrito en primera persona. Se habla casi todo el tiempo desde un yo, siendo Fátima el narrador-personaje. Finalmente, y tras muchas horas de darle vueltas al tema, logré una estructura no lineal que, al ser desarrollada como parte de una cadena de acciones, le aportaba al personaje protagónico un tratamiento dramático más extenso y lo hacía dueño absoluto de los rasgos psicológicos dominantes.

¿El guión constituye una versión libre?

Por supuesto que sí. Pero siempre respetando la esencia del cuento original y el interés psicológico de Fátima. Respeté incluso a los personajes principales que se mencionan en el cuento, los cuales, al tratarse de un guión para cine, adquirieron después una dimensión dramática muy a tono con la estructura no lineal que te mencioné hace un momento. Ahora bien, la estructura narrativa del guión es compleja, y esa realidad hace mucho más difícil la puesta en escena.

¿De alguna manera Miguel Barnet ha participado en la redacción del guión?

En ningún momento, él ha sido en extremo cuidadoso con ese particular, en función de no mutilar el acto de creación que venía realizando otro escritor. Es decir, yo he sido muy respetuoso con él y él ha sido muy respetuoso conmigo. Eso sí, Miguel fue conociendo el guión cuartilla por cuartilla y, según ha declarado, está sumamente satisfecho. Digamos que desde el inicio mismo de la escritura lo hice cómplice de este sueño, algo que también sucedió con Pichi y Jay Rodríguez Fuentes.

Los cuatro nos reuníamos con frecuencia para hablar de la película y leíamos lo que hasta ese momento se había escrito. Con la mayor libertad cada cual exponía sus criterios o aportaba nuevas ideas. Entonces el guión comenzó a estar primero en la mente de nosotros cuatro y más tarde en la mente de muchísimas personas que igual se identificaban con la historia y se sumaban al proyecto.

Contando ya con un guión bien cerrado, vino después el trabajo de mesa director-guionista, que además de ejecutarse con mucho rigor, fue también de suma importancia para el hecho de imaginarse la historia en una pantalla grande. ¿De qué manera convertir este guión en una película? Ahí es donde entra y toma fuerza la visión cinematográfica del director; pues su mirada, al ser también creativa, siempre se proyecta con cristal de aumento, algo que Pichi viene ejecutando con virtud de primera mano, entre otras cosas porque lo que se filma no es una reproducción literal o automática del guión, lo que se filma es la película, y en ese empeño estamos en este momento.

Ya te digo, no me imagino este filme sin la dirección de Jorge Perugorría. Su experiencia como hombre de cine, unida a su entusiasmo creador, está resultando determinante para obtener al final los resultados que todos esperamos.

A lo largo del cuento, el personaje central-narrador, mayormente se presenta con personalidad femenina. ¿Se reitera asimismo en el filme?

Al tratarse de un guión cinematográfico, el personaje de Fátima tiene un tratamiento dramático más extenso. Poco a poco, y en un perenne contrapunteo con los tiempos pasado y presente, se va contando la historia de un joven de extracción campesina llamado Manuel García (Manolito) que un día decide asentarse en La Habana y que con los años se convierte en Fátima. Es decir, no siempre el personaje central se presenta con personalidad femenina. Uno de los conflictos de la película reside justamente en contar cómo y por qué Manolito se convierte en la Reina de la noche.

¿Cuál es el tratamiento que se le da al tema del homoerotismo?

Aunque está presente, y puede hacerse sentir hasta en una mirada o gesto de Fátima, no es el tema central de la película. Aquí lo que prima son los matices psicológicos y sociológicos que rodean la vida de una persona que, contra viento y marea, defiende su derecho a ser tomada en cuenta. Puedo asegurarte que en el tratamiento no hay excesos. En ese sentido todo está ajustado a la situación que se presenta, donde, y como es lógico, no puede estar ausente el humor del cubano.

Date cuenta que Fátima se siente mujer en toda la expresión de la palabra, y es ahí donde radica la fuerza dinámica de su personalidad. Por un lado es cubanísima, soñadora, seductora y esplendorosa; pero por otro lado, dada la severidad de su existencia, es una persona triste, solitaria y paradójica, pues nunca llega a sentirse verdaderamente plena con su vida. “¿Por qué habré nacido hombre? El mundo está al revés. Nadie tiene la felicidad completa”, dice.

El acta de entrega del Premio Juan Rulfo al cuento de Barnet esgrimía, entre otros argumentos, que se otorgaba el lauro por “el humor ácido, la mirada compasiva e implacable y la riqueza de detalles que desbordan la experiencia del narrador”. ¿Mantiene estás características el filme?

No solo las mantiene, sino que las multiplica, porque con la película se rompe la singularidad temática a la que está obligado el cuento y se pasa a un plano narrativo que permite una mayor libertad de expresión. Lo que en la obra literaria original es una oración o un párrafo, aquí es una o varias escenas de imágenes en movimiento donde se cruzan diálogos, soliloquios, monólogos interiores, silencios, miradas, lágrimas, situaciones de humor y saltos cualitativos, que de conjunto con retrospectivas, transiciones y patrones de cambios, favorecen la acción dramática desde el inicio, elevando con ello un ritmo narrativo que poco a poco desencadena o se hace eco de una cuerda emotiva que finalmente conduce al clímax y desenlace de la historia.

¿Cómo se trabajan en el filme los tiempos cronológico y psicológico?

El cronológico es el tiempo real, el presente, y el psicológico, el pasado, todo el tiempo que transcurre en la mente del personaje protagónico. En el cronológico pasan cinco horas, pero en el psicológico pasan más de veinte años.

La trama como tal está concebida a partir de una estructura donde se resume un pensamiento en círculo. Fátima llega a su casa —La Mansión—, en horas de la tarde, y vuelve a salir en horas de la noche. En la crudeza y los singulares matices de su propia vida se localiza el principal conflicto de este relato fílmico.

El tiempo cronológico de la historia transcurre en un cuarto de solar en La Habana, en este año, pero el tiempo psicológico —de vital importancia para el desarrollo coherente de la trama—, va caracterizando a la protagonista desde que tiene siete años. Fátima es un travesti de estirpe casi natural, cuya devoción por la Virgen de Fátima y la Virgen de la Caridad del Cobre es una constante que lo singulariza.

¿Fátima o el Parque de La Fraternidad es un filme de tema gay?

Yo te diría que el tema gay es una parte del todo significativo que encierra esta película. Hasta cierto punto sería un error reducirlo solo a ese aspecto. Porque el tema en sí es mucho más abarcador: un canto al amor, a la comprensión, a la diversidad, a la capacidad de no rendirse, a la singular motivación de existencia que puede tener un ser humano e incluso a la posibilidad de soñar; aunque, como sería el caso de Fátima, viva y sueñe en un mundo donde la hostilidad de todo tipo puede llegar a los extremos.

¿En qué género se inscribe entonces?
Yo lo veo y siento como un drama social de corte psicológico. ¿Cómo puede ser la vida de un hombre que tiene alma de mujer? ¿Cuántas frustraciones puede sentir un alma de mujer que está encerrada en un cuerpo de hombre? ¿Qué hacer ante el rechazo de la familia y la sociedad? He ahí el atributo esencial de esta película, poseedora de una carga emotiva que es capaz de hacer reflexionar a cualquier persona. Por ende, en este filme, aunque hay trazas de humor criollo, música, erotismo, colores, ritmos y otros ingredientes, lo que predomina es el drama interno del personaje protagónico en su lucha por enfrentar y vencer, a su manera, las difíciles situaciones que a diario se le presentan.

¿Quiénes integran el elenco?

Lo encabeza el joven y experimentado actor Carlos Enrique Almirante. A él se le dio la compleja responsabilidad de interpretar a Fátima. ¡Enhorabuena! Porque de verdad que lo está haciendo de maravilla. Otros actores de primer orden son: Broselianda Hernández Mirta Ibarra, Mario Guerra, Néstor Jiménez y Tomás Cao. De igual manera hacen apariciones sobresalientes: Serafín García, René de la Cruz, Patricio Wood, Dailenys Fuentes y Andros Perugorría, entre otros actores y actrices. Como puedes ver, Pichi está trabajando con un elenco de lujo.

¿Cómo está conformado el equipo de realización?

Fátima o el Parque de la Fraternidad es una coproducción ICAIC-NMP International SA, la compañía productora que preside Jay Rodríguez Fuentes y cuenta además con un equipo de realización que también es de lujo: además de Jorge Perugorría, Francisco “Panchito” Hernández, en la dirección de producción; Rafael Rosales como asistente de dirección; Ernesto Granado es el director de fotografía y Erick Grass el de arte; Julio Simoneau, es el cámara RED; Eliecer Aguiar, el editor y Eduardo Rodríguez elstillman.

La música es del maestro Ernán López Nussa, lo cual es también un lujo para la película; Libia Batista es la directora de Casting y Magdalena Álvarez del maquillaje y la peluquería; Sanila Rodríguez es la script y Leticia Mendoza la productora de rodaje; es un numeroso grupo de trabajo cuya principal virtud ha sido la unidad de acción para con la obra cinematográfica.

A 20 años de estrenada Fresa y Chocolate, ¿usted siente que la versión cinematográfica de Fátima o el Parque de la Fraternidad constituye una profundización en el afán humanista de defender el derecho a ser diferentes que tiene la película de Titón y Tabío?

Primero habría que preguntarse: ¿quiénes son los diferentes? Y en realidad no se trata de eso, se trata de intentar ser iguales, de respetarnos y de comprendernos como seres humanos que interactuamos y formamos parte de la misma sociedad. Ambas películas son distintas y desarrollan conflictos bien disímiles, pero si algo las une, es precisamente el afán humanista de llamar a la reflexión e influir en que seamos mejores. La versión cinematográfica de Fátima o el Parque de la Fraternidad, que de por sí está llena de matices, se adentra en un mundo poco conocido y enciende para el futuro una valla lumínica donde puede leerse: todos somos cubanos.

Fuente:  CUBARTE, por Susana Méndez Muñoz, 2013-10-02